Egalité. Fraternité» fue el eslogan de la Revolución Francesa hace más de 200 años. Y sin embargo todavía agita los corazones de los que aman la libertad en todo el mundo. En cambio, el de la revolución norteamericana — «Don’t tread on me,» (literalmente, «no me pisen») –, no lo recuerda casi nadie.
Hay recursos, como la rima, la aliteración, la repetición y el doble sentido, que sirven para que una simple frase pueda ser cargada con contenido que la gente luego recuerde.
Cita, como ejemplo, lo que él considera el eslogan político más efectivo que se conoce: el que concibió Saatchi & Saatchi para el Partido Conservador en las elecciones generales británicas de 1979: «Labour isn’t working».
Allí juega el doble sentido, pues «labour», en Inglaterra, es trabajo pero también es el Partido Laborista. El eslogan apareció en un aviso que mostraba una larga cola de gente frente a una oficina de empleo. Margaret Thatcher ganó aquellas elecciones.
Un eslogan pegadizo es la mitad de la batalla. Para que un programa de marketing sea excepcionalmente eficaz, el eslogan deberá contener palabras que los consumidores puedan usar para pasar a otros el mensaje de la marca.
Pues la gente, por lo general, escucha más a otra gente que a un mensaje de marketing. De modo que para generar boca a boca conviene usar palabras que puedan pasar de boca en boca. Como, entre nosotros, fue aquel «Caro, pero el mejor», de Grundig.
Via > TheSlogan Magazine
Foto | Lush.i.ous