Perseguir de cualquier forma los enlaces de hipertexto, en tanto que simples enlaces, es perseguir Internet. Y es la forma más sencilla de conseguir la unidad de todas las fuerzas de resistencia en contra de la censura: algo que en cualquier otra circunstancia sería imposible, habida cuenta de las diferencias culturales e ideológicas de las diferentes tribus que conforman la Red (…) Los impulsores de la Disposición Final Primera de la Ley de Economía Sostenible son charlatanes, vendedores de elixires milagrosos, que han engañado a autores, editores, y aún a sí mismos, para mantener hasta el final una inmensa ficción jurídica: la posibilidad de perseguir o impedir la copia de las obras en cualquier tipo de circunstancia.
Cuando la realidad social ha permitido que todos los ciudadanos puedan copiar y compartir libremente sus bibliotecas, la norma deviene inútil. En el ámbito de la Propiedad Intelectual, una normativa basada en la persecución de la copia, o del enlace a la copia, no sirve absolutamente para nada. El objetivo de la Ley Sinde no es otro que cerrar, a cualquier precio, las llamadas «páginas de enlaces». Webs cuyo contenido fundamental son enlaces a archivos compartidos por los usuarios, que en buena parte son copias de obras protegidas por derechos de autor (…) Se parte de un presupuesto erróneo: un número finito de páginas, cuantificado en aproximadamente 200 páginas por los impulsores de la censura. Y se olvida de la médula del problema: el hecho evidente de que las copias seguirán existiendo, multiplicándose hasta el infinito, al igual que los enlaces.
Al completo, el texto de Carlos Sánchez Almeida, abogado y escritor, en un Seminario sobre la Ley de Economía Sostenible en Madrid.