El liderazgo en la piedra angular de muchas cosas, en la empresa a veces la clave del éxito. Gestionarlo supone dominar «cinco eses»: seguridad, serenidad, superación, servicio y sinergia:
1. Seguridad. Es autoconocimiento, autoconfianza y autoestima. Los directivos con talento tienen un buen conocimiento y aceptación de sí mismos, de sus capacidades y puntos fuertes, que tratan de aprovechar y aplicar a las oportunidades que identifican. Tienen sentido de su propia identidad. Saben quiénes son y quiénes no son, y saben transmitirlo en sus relaciones con los demás. Son también conscientes de sus puntos débiles. Los admiten y los integran en su personalidad. El directivo mediano/mediocre muestra escaso conocimiento de sí mismo y de sus puntos fuertes, o los sobrevalora, no sabiéndolos alinear con las oportunidades. Trivializa o ignora sus puntos débiles, que se convierten en fragilidades ante amenazas. Minusvalora éstas o se bloquea ante ellas. Los directivos con talento tienen buena autoestima y necesidades de reconocimiento relativamente moderadas. Están a gusto consigo mismos, y con los demás. Integran su mundo personal, profesional, familiar y social, y saben decir no sin temor a perder estima de los demás. Nada hay más peligroso y dañino para una organización que un líder con grandes necesidades de reconocimiento y de autoafirmación.
2. Serenidad. Es autocontrol, estabilidad y dominio de emociones, así como una madurez personal, flexibilidad ante el cambio y ante lo nuevo o imprevisto. Los directivos con talento no se dejan dominar por sus emociones. Pueden ser apasionados, pero no viscerales ni irreflexivos. La personalidad domina al temperamento más que al contrario. Emociones, pensamiento y acción están integrados y en razonable equilibrio. Junto al escaso talento aparece cierto desconocimiento de las propias motivaciones y mundo emocional, ignorándolos o suprimiéndolos. Los directivos con talento muestran asimismo una gran capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles que implican confrontaciones y fuertes desgastes emocionales. No buscan estas experiencias abrasivas, pero tampoco las rehúyen. Las abordan y resuelven. Esto les gratifica y fortalece su personalidad.
3. Superación. Es iniciativa, perseverancia, tenacidad y resiliencia, estableciendo metas alcanzables y realistas, con riesgos medidos. Los directivos con talento son personas enormemente resistentes a experiencias perdedoras. Sacan partido de los peores proyectos. Suelen practicar la política de pequeños pasos: poco a poco llegaremos antes. Saben ganar a los puntos, no necesariamente por KO. En ellos predomina el logro sobre el poder. Cuando influyen en otros es para servir al puesto, no para servirse del puesto. Los directivos de escaso talento buscan resultados brillantes a corto plazo: poco realistas, excesivamente ambiciosos o desproporcionados a sus capacidades y posibilidades. Predomina en ellos el poder formal y estatus sobre el logro. Se sirven del puesto más que servirlo.
4. Servicio. Significa empatía y capacidad de comunicación. Como decía Gracián: «Primero el trato, después el entendimiento». Primero, comprender; después, ser comprendido. Asequibilidad + Empatía = Comunicación + Influencia. Respeto + Cortesía = Buen Clima. Somos poco conscientes de que disponemos de un solo canal racional, pero tenemos muchos canales emocionales. Los directivos con talento entienden lo que sienten los otros. Comunican sentimientos y opiniones. Comparten logros y reconocimiento. Tienen clara orientación al servicio y a anticiparse e identificar las necesidades de los demás. Preguntan mucho y escuchan mucho más. Los directivos con escaso talento muestran ausencia de estas capacidades o presencia de mensajes de comunicación vagos o, a veces, contradictorios.
5. Sinergia. Significa liderazgo, desarrollo, motivar e impulsar al equipo hacia logros y resultados, obteniendo lo mejor de cada uno y generando sinergias entre ellos: un equipo formado por buenos músicos bien orquestados. Quien tiene talento, posee una gran capacidad de influir, comunicarse y trabajar eficazmente con los demás, fomentando un clima abierto de trabajo. La persona transmite claridad y coherencia entre palabras y hechos, construyendo equipos de alto rendimiento. Practican un liderazgo de patrulla, del Séptimo de Caballería, más que de Llanero Solitario. Tienen tolerancia cero a la soledad del directivo y buscan feedback continuamente. Los directivos de escaso talento muestran un liderazgo con mensajes ambiguos o contradictorios, pobre comunicación, relación uno a uno con subordinados, ausencia de equipo y algunas relaciones disfuncionales con la organización.
Fuente > José Medina. Presidente de Odgers Berndtson Iberia. En Cinco Días