Hoy hace 61 años que nacía la europa comunitaria. En esa fecha, en París, se convocó a la prensa a las 6 de la tarde en el Salón del Reloj del Ministerio de Asuntos Exteriores en el Quai d’Orsay porque se iba a hacer pública una «comunicación de la mayor importancia». Las primeras líneas de la Declaración del 9 de mayo de 1950, redactada por Jean Monnet y comentada y leída ante la prensa por Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, expresan claramente la ambiciosa magnitud de la propuesta.
Ahora, el aniversario ha coincidido con una escena tal vez más triste. Una reunión que pretendía ser secreta de sólo unos pocos países del euro para intentar ‘re-rescatar’ a Grecia tras admitir que la intervención internacional y los 110.000 millones de préstamos de mayo de 2010 han servido de poco.
El espectáculo fue el viernes doblemente errático, por la sustancia y por la forma, con unos pocos invitados en Luxemburgo y con Alemania anunciando la reunión mientras otros la negaban. La Comisión Europea tal vez hizo el papel más ridículo al seguir insistiendo el sábado en que el cónclave no había sucedido.
La crisis del euro condiciona el resto mientras la Política Exterior de la UE sigue sin despegar con la escasa coordinación de Catherine Ashton, la poco presente representante de Exteriores de los Veintisiete. El empuje europeo en la crisis árabe sólo ha venido de algunos gobiernos, como el británico y el francés, y no de la UE.
Pero el escaso peso de la diplomacia comunitaria importa poco frente al colapso de los Estados. Los comentarios de Jerzy Buzek, presidente del Parlamento Europeo, para el Día de Europa son casi sólo económicos. Una invitación a que los Estados más ricos sigan prestando a quienes están en apuros. «Debemos mostrar solidaridad con los Estados miembros que afrontan pesadas cargas de deuda y que están adoptando reformas valientes y responsables. Unidad y solidaridad son las claves de la prosperidad que todos disfrutamos», dice el polaco.
Pero, por mucho que la crisis marque la agenda, las instituciones de la UE se resisten a ahorrar en sus presupuestos. No sólo gastan más cada año, sino que rechazan cualquier gesto simbólico de austeridad mientras los Estados recortan sueldos e inversiones públicas.
La Comisión Europea propone aumentar el presupuesto comunitario un 4,9% en 2012 y el Parlamento, con gastos casi sólo administrativos, quiere subir el suyo un 2,3%.
En abril, los eurodiputados también rechazaron por segunda vez una propuesta para congelar sus sueldos y volar más a menudo en clase turista en los trayectos cortos. Dejar ‘business’ para los vuelos de menos de cuatro horas, ahorraría unos 15 millones (dentro de un presupuesto de 1.700) al año, según explicó a este diario Miguel Portas, el eurodiputado portugués autor de la propuesta.
Un funcionario europeo, veterano y a veces escandalizado por su propio sueldo de 12.000 euros mensuales, suspiraba hace unos días, «y luego se extrañan de que ganen los euroescépticos».
Fuente > El Mundo