Libia no se encuentra entre los grandes socios comerciales de España en el mundo, pero sí es uno de sus mayores proveedores de crudo. Los campos de petróleo de Gadafi proporcionaban, antes de que estallara el conflicto, el 12,7% de las necesidades de crudo de las refinerías españolas. En total, España se gasta más de 29.000 millones de euros anuales en traer de Libia el oro negro, lo que representa el 95% del total de importaciones desde el país árabe.
La venta de productos y servicios españoles a ese mercado apenas alcanza los 2.441 millones (desde vehículos fabricados en plantas españolas de coches a aceites y aparatos eléctricos).
La especial relación energética de España con Libia tiene su reflejo en la presencia de empresas nacionales en ese territorio, que se reduce, casi exclusivamente, a Repsol. Junto a la petrolera sólo existen en ese mercado algunos proyectos de empresas constructoras españolas, como Sacyr.
Repsol es la segunda compañía europea con más intereses en el país tras la italiana ENI. Antes de que el conflicto obligara a paralizar todos los campos de petróleo, la compañía presidida por Antonio Brufau extraía diariamente 34.777 barriles de crudo, que representan el 3,8% de su producción total.
En reservas, Libia es un importante bastión para el grupo español. Allí tiene 115 millones de barriles, un 5% de todas las reservas del grupo. Repsol tiene más petróleo en Brasil, Argentina y Venezuela. Otros gigantes petrolíferos como BP, Shell, Gazprom, Total, OMV o Statoil, también tienen pozos en el país africanos, el primer productor de crudo de este continente.
Sacyr está presente en Libia desde finales de 2007, cuando constituyó una sociedad mixta participada también por la Lybian Company for Development and Investment, organismo dependiente del Gobierno libio.
A través de dicha sociedad, la empresa presidida por Luis del Rivero se adjudicó en 2008 tres contratos para ejecutar obras de urbanización en El Beida y Bengasi por unos 600 millones de euros. Todo este proyecto se encuentra paralizado desde que se iniciaron las revueltas, según explicó Sacyr.
Completa la escasa presencia española en Libia la constructora Bruesa, que edifica un complejo universitario en Anoakat Alkhams, también suspendido.
Libia ha destinado las ingentes cantidades de dinero que recibe de Europa por la venta de su petróleo en invertir en numerosas empresas occidentales. España no es ajena a este flujo de petrodólares. Gadafi y las empresas estatales libias controlan el banco Aresbank, la red de estaciones de servicio Tamoil y varias propiedades inmobiliarias, entre ellas casas de lujo. Su principal joya es la finca La Resinera, ubicada en Málaga, donde planeaba edificar un megacomplejo turístico. Todos estos bienes (con excepción de Tamoli) están intervenidos como parte del acuerdo de los gobiernos de la UE para congelar las propiedades de Gadafi y evitar que las use para financiar la guerra. El Banco de España, por ejemplo, ha tomado las riendas de Aresbank. El Gobierno español también ha intervenido las cuentas bancarias de Gadafi y otros 25 de miembros de su familia, entre ellos, su hijo Khamis Muammar, que estudiaba un Máster en el Instituto de Empresa. España, sin embargo, no es el primer destino del dinero libio. En Italia, la antigua colonia, Gadafi participa en Unicredit, en la firma aeroespacial Finmeccanica, y ENI, además de en el equipo de fútbol Juventus de Turín. Además, posee participaciones en otras empresas europeas, como el grupo Pearson, propietario de ‘Financial Times’.
Fuente > Expansión