(…) [Antes] los derechos de la invención y de la autoría se vinculaban a actividades del mundo físico. No se pagaban las ideas sino la capacidad de volcarlas en la realidad. A efectos prácticos, el valor estaba en la transmisión y no en el pensamiento transmitido.
Así de claro lo tenía Barlow hace 16 años. Y Spotify está obrando el milagro de que la gente pague por unos contenidos que fluyen gratis por las redes P2P. Hay vida más allá del negocio tradicional. «Es tan fácil tener ideas. La mayoría de la gente se busca razones para no realizar sus ideas. Hay gente que te dice: «Es una idea sencilla, yo también la tuve». Sí, pero la diferencia es que yo hice algo con ella.«, afirma Daniel Ek, director general de Spotify