Hoy les traemos una reciente publicación sobre la competitividad del sector artesano en España, y es que la consideración de la artesanía como un elemento de la identidad colectiva de los pueblos y como una de las vías de preservación del patrimonio cultural y etnográfico más importantes es comúnmente aceptada. Sin embargo, es menos frecuente el reconocimiento de su contribución económica a las economías locales, regionales y a la economía nacional.
Un estudio de la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa, referido al año 2008, estima en más de 4.000 millones de euros la contribución de las empresas artesanas al PIB nacional, lo que representa el 0,4% del mismo y en más de 190.000 las personas que desempeñan una ocupación artesana, ya sea en empresas artesanas o en empresas no artesanas. A estas cifras hay que añadir su contribución a la cohesión social y al desarrollo local por la ubicación en el ámbito rural de muchas de las empresas artesanas.
Este mayor reconocimiento de su dimensión económica debe acompañarse también de un mejor conocimiento de sus especificidades como sector, sólo así se podrá avanzar en políticas de apoyo más efectivas. La artesanía no puede renunciar a su reconocimiento económico y productivo en el conjunto de actividades económicas que la delimitan. Y como actividad productiva no es ajena al escenario actual caracterizado por el fuerte desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la globalización de los mercados.
El análisis que se presenta en este informe ahonda en la posición competitiva del sector artesano español, es decir, en su capacidad para consolidar y mejorar su presencia en los mercados y su contribución económica y social. A nivel microeconómico, la mejora de la competitividad del sector se debe traducir en empresas más consolidadas, más rentables, con mayor interés en crecer y en explorar las distintas vías para lograrlo.
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