Las jornadas maratonianas que se viven en muchas oficinas españolas no son buenas para nadie y sólo consiguen lastrar la productividad de las empresas. Esa idea de «echar horas» en el trabajo, llegar cinco minutos antes que el jefe y marcharse cinco minutos después, el hecho de no hacer descansos, acudir a reuniones interminables o no priorizar las tareas no garantiza que el trabajo se haga mejor y se consigan buenos resultados.
Y sobre esta cultura los españoles saben bastante: son los europeos que más tiempo pasan en el entorno laboral. La media de horas trabajadas por año fue de más de 1.700; mientras que en Holanda fue de 1.413 y en Alemania, de 1.432. En la mayoría de los sectores productivos de los países europeos la jornada laboral termina entre las 17 y 18 horas, mientras que en España se sale a partir de las 19 horas, de acuerdo con un estudio de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España (ARHOE).
De este modo, incorporando una serie de pautas a su vida laboral logrará aumentar el rendimiento:
- Comer fuera de la oficina: Exprimir cada momento del día reduce la productividad y resta energía. La mente necesita descansar, y por eso los expertos recomiendan hacer una pausa para almorzar. La duración de este momento de desconexión oscila entre los 30 y 60 minutos para que no se convierta en una pérdida de tiempo. El problema es que en España se dedica entre una hora y media y dos horas a la comida.
- Distracciones positivas: Si la gente hace bien su trabajo no debería preocupar que existan ciertas evasiones. Interrumpir la tarea diaria para consultar las redes sociales o hacer una llamada de teléfono no tiene por qué ser perjudicial, si no se convierte en un motivo para escaquearse o evadir el trabajo.
- Cada dos horas, descanso: A partir de los 90 minutos, la atención decae. Por eso es recomendable y necesario hacer una pausa de cinco o diez minutos para recuperarse y volver con más eficacia.
- Evitar las interrupciones compulsivas: Se debe minimizar las interferencias constantes en el rendimiento como la revisión del correo electrónico, el exceso de reuniones o las numerosas llamadas de teléfono.
- Aprender a decir ‘no’: Hay que saber delegar, conocer lo que se tiene que hacer y trabajar por objetivos. La lista interminable de tareas y el no saber priorizar sólo le harán alargar innecesariamente su jornada laboral.
- Sólo reuniones necesarias: Las convocatorias hay que prepararlas adecuadamente fijando una hora de inicio y de final, avisando con antelación y estableciendo unos objetivos claros.
- Ser feliz: ¿Qué pasaría si los trabajadores fueran más felices en su trabajo? Según el 97% sería más productivo, de acuerdo con un estudio de Adecco. Una plantilla motivada, que desarrolle su labor en un buen ambiente laboral y con un horario adecuado, conseguirá mejores resultados.
Fuente > Expansión